Page 6 - revista de la Asociacion PDF LAS FLORES ABRIL 2020
P. 6
N º 1 Página 5
L O S J U E G O S D E M I N I Ñ E Z
Como sin darnos cuenta, se van hito de la cacha inhiesta.
perdiendo las cosas y la memo- iniciación a la vida adulta.
ria de ellas. Éste es el caso de Los morterazos se iniciaban Como podéis imaginar, la próxi-
muchos de los juegos con los con una prueba a ver quién era ma vez pondría los cinco senti-
que nos entreteníamos los que el que perdía. Ésta consistía en dos y un poco más de todas sus
nacimos en los cincuenta o poner una cacha con la parte fuerzas en no perder.
antes. curva apoyada en una manta La chinita de sal no encerraba
doblada y el otro extremo en el otro peligro que el partir un tobi- RAFAEL
Había juegos para cada tiempo RODDRÍGUEZ
o circunstancia, la división por suelo formando un ángulo de llo al contrincante, o fuera el tuyo ALONSO
(ACTOR)
sexos estaba muy marcada a 45º. Lanzábamos nuestra vara el fracturado. Más traumático si
de pastor que todos llevábamos
partir de la primera infancia, los así ocurría, pero menos sufrido.
chicos con los chicos y las chi- contra la cacha y rebotaba. La Este juego era como una especie
cas con las chicas. vara que menos distancia al- de jockey sobre hierba; el campo
canzara era la del perdedor, y era un círculo con un diámetro
En las primaveras y principio de es seguro que pasaría semanas de unos diez metros, donde se
verano los más populares eran sin olvidar ese momento. Se hacían tantos agujeros como
juegos del “prao”, en los vera- marcaba entonces la distancia jugadores había en su circunfe-
nos el escondite o la vaca plan- que había entre el punto de rencia, menos uno que se exca-
tada eran los que tenían más salida con la vara que mas vaba en el centro. Se buscaba
éxito; cuando el tiempo se ponía distancia había alcanzado; ese una piedra, como un puño más o En la escuela
de lluvia, las calles que no esta- era el tramo a recorrer por el menos y lo mas redonda posible. jugábamos al
ban asfaltadas, se convertían en compungido penado. Se le da- Se echaba a suertes a ver quién cinto, los pelotazos
un lodazal con el paso de los ba a elegir entre trabado o cie- era el perdedor, y éste tenía que
carros. Era el tiempo de sacar go. Si elegía trabado se le ata- acercarse rodando la piedra con y el balón pie, que
los zancos. Cuando pasaban las ban las piernas a la altura de su palo hasta colocarla en el no era
lluvias y la tierra no estaba muy los tobillos. Se adecuaban las agujero del centro. Los demás exactamente
dura, se desenterraba el pincho, mantas de forma que fueran lo hacían lo posible por impedírselo,
o se trazaba el ”limbo“. más consistente posible: se las mandando a golpes con sus res- fútbol, pues
torcía y doblaba para que hicie- pectivos palos la piedra lo más jugábamos treinta
En la escuela jugábamos al cin-
to, los pelotazos y el balón pie, ran daño. Se comenzaba a dar- lejos posible. Eso sí, cuidando su contra treinta o
que no era exactamente fútbol, le al “reo” todos los mantazos propio hoyo, porque si el perde- más, o sea sé,
pues jugábamos treinta contra que se podía hasta que éste dor lograba meter la vara en su
treinta o más, o sea sé todos llegara a meta. Se le daba la agujero, éste pasaba a ser el que todos contra todos
contra todos; el caso era darle oportunidad para la venganza, tenía que ir corriendo detrás de
al balón, o si se podía ”chupar consistente ésta en lanzar la la piedra y vuelta a empezar.
un poco”. La cuarta o el palmo cacha con toda su rabia y fuer- En el recreo de la escuela las
también tenían mucho éxito en za, con la esperanza de alcan- cosas estaban más organizadas.
días de escuela y es seguro que zar algún torturador y tronzarle
me dejaré muchos en el tintero una costilla.
de la memoria, sobre todo de Si quería ciego se le vendaban
chicas, pues como dije antes, los ojos y en este caso se le
entre sexos no había mucha permitía portar su propia vara y
comunicación a la hora de jugar. defenderse con ella. De poco le
solía servir al perdedor, puesto
Paso sin más dilación a descri-
bir algunos de ellos. que se hacían bultos con las
mantas y se le lanzaban a fin
Juegos del “prao”: los más po- de desarmarlo. Y luego “leña al
pulares eran los morterazos y la mono” hasta que el maltrecho
chinita de sal. Eran como una lograba alcanzar a tientas el
6